jueves, 26 de marzo de 2009

Empezar a fumar



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Siempre es tiempo de introducir nuevos hábitos en la vida de uno, a ser posible que deriven en vicios, y sin hacer del cambio una rutina más. Pues bien: hoy he empezado a fumar por placer, aunque seguro que eso es lo que dicen todos.

En realidad no era algo que me atrajese, pero sentado en el bar he visto como algunos parroquianos devoraban el cigarro y otros lo degustaban, paladeaban y disfrutaban cada una de las caladas que le daba. Estos son los que me han convencido de que necesitaba un riesgo más en mi vida.

He ido al estanco y he comprado un paquete de tabaco sin importarme la marca, o si era rubio o negro, he pedido un mechero, me he ido a otro bar, he pedido un café y me he abandonado en brazos de la tentación.

En si el sabor no me ha aportado nada, pero el placer de encender el cigarrillo (la próxima vez probaré con cerillas), y envolverme en un halo de humo donde envasar las divagaciones que se me ocurren, mientras contemplo las volutas girar y generar caprichosas formas, joder, eso ha sido de puta madre.

El puto cigarro, el maldito humo y mis jodidos pensamientos…algo así debe ser el paraíso.

La estanquera se ha quedado sorprendida cuando le he dicho que iba a empezar a fumar y, tras recomendarme marca, me ha advertido que fumar provoca cáncer e impotencia, lo cual me preocupa, pero no el cáncer.

Además, en cuanto empezara a sentir los efectos del cáncer muy probablemente los efectos de la edad me tendrán enterrado o incinerado. Y…¿no he sobrevivido ya a los ataques del acero afilado de machetes y plomo a gran velocidad? Así que el tabaco no me apartará del camino que lleva a la satisfacción de mi venganza.

Otra cosa: El General me ha hecho saber que necesita algo de mí…la campanilla del infierno repica por la venta de otra parcela de mi alma. A este paso seré el empleado del mes del Averno y el mismísimo Satán colgará una foto mía en su despacho.


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