martes, 31 de marzo de 2009

La Voluntad y el Metal


Una pistola no son más que varios trozos de hierro dispuestos de forma específica y relativamente bellos. Una navaja no es más que un trozo de acero afilado por uno de los lados (cuyos reflejos azulados y fríos nos encandilan), y con un mango que generalmente es de madera o plástico. Un palo no es más que un trozo de madera alargado, de aspecto, más o menos, rugoso y que sirve para apoyarse en él al caminar, o jugar a diversos juegos infantiles.

La bella pistola, la hipnótica navaja y el inocente palo se convierten en armas con la sola voluntad de quien las empuña, y en ocasiones esa es la diferencia entre quien mata y quien muere.

Tener voluntad de usarla te da ventaja sobre quien tienes enfrente, y cuando tu vida va en ello, toda ventaja, por pequeña que sea, bien gestionada marca la diferencia entre comer y cagar por el agujero que toca, o comer y que la comida se derrame antes de llegar al estómago.

Y todos tenemos voluntad cuando el incentivo vale la pena…se lo digo yo que cago cada día.

lunes, 30 de marzo de 2009

El Bien Común y su puta madre

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Ya sé lo que quiere El General de Hugo y de mí. Más de lo mismo: mantener conciencias ajenas limpias.

Un poco la historia es como sigue:

- Oh, un pequeño obstáculo impide que mis intereses lleguen a buen puerto –diría X, un señor con una silla muy gorda en un sitio muy alto-.

- ¿Sus intereses? – El General siempre ha sido un ferviente seguidor de la dialéctica gallega, y responde con una pregunta cuando algo apesta.

- Sí, bueno, ya sabe que mis intereses son los intereses del bien común.

- Ah, claro. Se hará lo posible.

- Muy bien, pero yo de esto no sé nada

Y, claro como nada sabe, nada mancha su bonita y limpia conciencia. Pero -siempre hay un pero- cuando hay demasiados intereses confundidos con el bien común, quizá a otro con otro “interés común” más poderoso le resulte beneficioso que dejes de pagar impuestos de forma brusca. Es difícil saber encontrar un equilibrio entre el lugar que ocupas y lo que puedes querer.

Estas cosas a mí antes me importaban poco (una mierda básicamente); yo solo acataba órdenes, que es otra forma de mantener la conciencia limpia. Hasta que te das cuenta que matar, siempre es matar. En este momento la conciencia empieza a ser permeable…pero para entonces las heridas ya son cicatrices y las cosas siguen importándote la misma mierda de antes.

En resumidas cuentas que vengo a ser un asesino psicópata a cuenta del estado, y eso siempre queda jodidamente bonito en una reunión de jubilados. Pero no hay casos documentados de que nadie de los nuestros juegue a la petanca bajo la caricia tibia del sol de primavera. Somos más bien abrazados por la frialdad marmórea de la dama de la guadaña que, al parecer, le gustan jóvenes.

viernes, 27 de marzo de 2009

Tres sentimientos: Amistad y Odio


Hugo siempre sabe dónde encontrarme y yo sé dónde encontrarlo a él, salvo que queramos permanecer agazapados como garrapatas. Entonces, por mucho espacio físico que ocupe Dios, ni él Todopoderoso, ni sus ángeles secuaces serían capaces de encontrarnos.

Ha entrado en el bar, me ha mirado, y sin mediar palabra sabía que El General también había tocado la campanita infernal con el alma de Hugo. Punto pelota, no había nada más que hablar porque nada mas sabíamos, y es absurdo perder el tiempo especulando. Así que nos hemos sentado en una mesa, hemos pedido una botella de vino y unas tapas. Otra botella de vino y más tapas y hemos acabado cantando canciones de putas, victorias, derrotas, y otras que no sabíamos a qué carajo cantaban. Canciones que no cantábamos tras las victorias de los nuestros porque el recuerdo de los muertos nos amordazaba.

Así que entre copa y copa, botella y botella, he tenido la sensación de que albergaba algún sentimiento de amistad hacia Hugo. Luego, algunas lúcidas copas más, he caído en la cuenta que El General estaba en el mismo saco. Y me ha jodido mucho saber que el destino de ambos me importaba.

Para los que no sepan contar les diré que tres son los sentimientos que he albergado alguna vez en mi perra vida: El de Amistad y el de Odio.

El de amistad es prescindible, como lo son los amigos que sabes que un día dejarán de serlo y, al igual que no existe el amor eterno (no confundir con la rutina eterna), tampoco existe la amistad eterna.

El de Odio llena todo mi ser, es el que me empuja a levantarme cada día y no cumplir mi más preciado deseo: descerrajarme un tiro y amputar con plomo el dolor.

Y si creen que he hablado de tres sentimientos y sólo he nombrado dos, están en lo cierto. Pero el tercer sentimiento no sé si duele más por haberlo perdido o por no haberlo sentido nunca. Ahora esto ya no importa una mierda.

jueves, 26 de marzo de 2009

Empezar a fumar



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Siempre es tiempo de introducir nuevos hábitos en la vida de uno, a ser posible que deriven en vicios, y sin hacer del cambio una rutina más. Pues bien: hoy he empezado a fumar por placer, aunque seguro que eso es lo que dicen todos.

En realidad no era algo que me atrajese, pero sentado en el bar he visto como algunos parroquianos devoraban el cigarro y otros lo degustaban, paladeaban y disfrutaban cada una de las caladas que le daba. Estos son los que me han convencido de que necesitaba un riesgo más en mi vida.

He ido al estanco y he comprado un paquete de tabaco sin importarme la marca, o si era rubio o negro, he pedido un mechero, me he ido a otro bar, he pedido un café y me he abandonado en brazos de la tentación.

En si el sabor no me ha aportado nada, pero el placer de encender el cigarrillo (la próxima vez probaré con cerillas), y envolverme en un halo de humo donde envasar las divagaciones que se me ocurren, mientras contemplo las volutas girar y generar caprichosas formas, joder, eso ha sido de puta madre.

El puto cigarro, el maldito humo y mis jodidos pensamientos…algo así debe ser el paraíso.

La estanquera se ha quedado sorprendida cuando le he dicho que iba a empezar a fumar y, tras recomendarme marca, me ha advertido que fumar provoca cáncer e impotencia, lo cual me preocupa, pero no el cáncer.

Además, en cuanto empezara a sentir los efectos del cáncer muy probablemente los efectos de la edad me tendrán enterrado o incinerado. Y…¿no he sobrevivido ya a los ataques del acero afilado de machetes y plomo a gran velocidad? Así que el tabaco no me apartará del camino que lleva a la satisfacción de mi venganza.

Otra cosa: El General me ha hecho saber que necesita algo de mí…la campanilla del infierno repica por la venta de otra parcela de mi alma. A este paso seré el empleado del mes del Averno y el mismísimo Satán colgará una foto mía en su despacho.


martes, 24 de marzo de 2009

¿Miedo a perder lo que se tiene o miedo a tener?


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Cada uno afronta sus miedos como le sale de los huevos, o, para ser más exactos, por el aprecio que les tenga. (pinche aquí para tener una idea de donde se ubica la gana, y las cosas que le salen de la mismisima gana)

Yo, (que creo que usando las palabras justas se reducen los errores a la hora de entenderse y, por tanto, todo uso de metáforas me es ajeno y absurdo), por esta vez usaré los huevos como símbolo de aquello que se tiene o se anhela tener. Muy freudiano, sí, pero aquí lo categorizamos todo, todo está inventado y es tan difícil, y caro, innovar que casi no vale la pena intentarlo. Así que los huevos, en el sentido escrotal, lo califico como algo freudiano y punto; qué carajo ¿no soy yo el que escribe esta mierda de blog? Y además ¿no todo en el mundo actual parece que Freud ya lo sabía? Un repollito este Freud.

El miedo es una virtud (sí, virtud) infravalorada que no obstante, signifique lo que signifique “obstante”, ha permitido a generaciones enteras avanzar y avanzar en el proceloso e inexplicable camino de la evolución. Es el miedo el que hace que nos quedemos en casa cuando hay tiros en la calle, que huyamos cuando matan y violan en las casas, o que cerremos los ojos ante las mierdas que nos ofrece día a día el ser humano. Ese mismo ser humano que, según Rousseau, es bueno por naturaleza pero la sociedad lo corrompe. Y unos cojones, y aquí sí que no existe metáfora alguna, es bueno el ser humano.

El miedo hace de mí una persona prudente, dispara mi capacidad analítica y multiplica la de reacción ante los acontecimientos, que a pesar de desencadenarse a velocidad de vértigo, soy capaz de ralentizar y diseccionar tanto sus causas como sus posibles efectos. Pero mi miedo presenta dos propiedades que hacen de él un miedo distinto, un miedo que lleva impreso el logotipo de Cátulo.

  • A mí me da igual morir, de hecho lo deseo, pero el sentimiento de venganza hace de mi un animal depredador, y como animal que soy, tengo un instinto de supervivencia mucho más acusado que la gris media de los habitantes de esta bolita azul que rueda y rueda.
  • Yo no tengo miedo a perder nada de lo que poseo pues lo que tuve, quise y amé me lo arrebataron. Y dolió tanto esa amputación de partes de mi alma, que jamás quiero volver a sentir ese dolor que quema las entrañas y produce quemaduras en la piel desde dentro. Por eso, y nada más que por eso, tengo una coraza contra el sentimiento de posesión de otras almas, amor que llamaría alguno, hecha del compuesto más perfecto para estos menesteres: insensibilidad, ironía y nihilismo agitado y mezclado en una coctelera por un barman bastante cabrón.

(ojo: si usted no quiere acabar harto de definiciones teoricas, no pinche en los siguientes enlaces)

Si usted quiere saber más sobre el miedo no consulte diccionario alguno, no consulte la wikipedia ni busque en google…sencillamente levante la vista de la pantalla, mire todo aquello que ama y piense que un día se lo pueden arrebatar, y eso es más doloroso que la propia muerte.

En fin, que como algún intelectual dirá dentro de poco y todos asentiremos...eso es como todo (en este enlace, si debería pinchar).