viernes, 6 de marzo de 2009

Tengo una idea, absurda como todas



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Si tuviera que seguir esa absurda manía que tenemos de definirnos, lo haría diciendo que soy un ser social unidireccional; solo me relaciono con quien quiero y cuando quiero, y, en general, las relaciones sociales me suelen resultar un autentico coñazo, carentes de interés y que aportan demasiado poco para lo mucho que se invierte.


Al contrario que aquellos que buscan su refugio espiritual, paz del alma y hacer eso que llaman “querer estar solo!, yo no necesito nada de eso; la gente por norma general no me habla, no me llama por teléfono y no me dirigen la palabra. Y yo, por supuesto, tampoco me tomo el más mínimo interés salvo que me interese.


Mi refugio intelectual se aleja de parques, bibliotecas o lugares habituales de lectura, y se afinca en los bares, que cuanto más oscuros y lúgubres sean más cómodo me encuentro. Bares donde solo eres un extraño que lee un libro de Nietzsche, Hobbes, Maquiavelo o de algún viejo filósofo tras el cristal de un vaso de tubo inundado con el néctar de un gin-tonic o de una humilde y digna cerveza.

Para ellos no eres más que el objeto de una curiosa mirada, un leve chasquido de lengua y seguir luego con los asuntos que le mantienen ocupado en el fondo de un vaso de agrio vino. En contadas ocasiones alguno se acerca, te pregunta que lees y da media vuelta. En, aun mas contadas ocasiones, alguno te da su opinión y, por lo general, es bastante más interesante que cualquier libro que en ese momento esté leyendo.

Esas opiniones, o alguna extraída del libro ocasional, son las que apunto en una servilleta, me meto en el bolsillo y reflexiono sobre ellas el resto del día.


Esas lecturas, esas servilletas, esas reflexiones, mis opiniones personales y esas amistades de bar serán el objeto de este blog.

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