lunes, 30 de marzo de 2009

El Bien Común y su puta madre

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Ya sé lo que quiere El General de Hugo y de mí. Más de lo mismo: mantener conciencias ajenas limpias.

Un poco la historia es como sigue:

- Oh, un pequeño obstáculo impide que mis intereses lleguen a buen puerto –diría X, un señor con una silla muy gorda en un sitio muy alto-.

- ¿Sus intereses? – El General siempre ha sido un ferviente seguidor de la dialéctica gallega, y responde con una pregunta cuando algo apesta.

- Sí, bueno, ya sabe que mis intereses son los intereses del bien común.

- Ah, claro. Se hará lo posible.

- Muy bien, pero yo de esto no sé nada

Y, claro como nada sabe, nada mancha su bonita y limpia conciencia. Pero -siempre hay un pero- cuando hay demasiados intereses confundidos con el bien común, quizá a otro con otro “interés común” más poderoso le resulte beneficioso que dejes de pagar impuestos de forma brusca. Es difícil saber encontrar un equilibrio entre el lugar que ocupas y lo que puedes querer.

Estas cosas a mí antes me importaban poco (una mierda básicamente); yo solo acataba órdenes, que es otra forma de mantener la conciencia limpia. Hasta que te das cuenta que matar, siempre es matar. En este momento la conciencia empieza a ser permeable…pero para entonces las heridas ya son cicatrices y las cosas siguen importándote la misma mierda de antes.

En resumidas cuentas que vengo a ser un asesino psicópata a cuenta del estado, y eso siempre queda jodidamente bonito en una reunión de jubilados. Pero no hay casos documentados de que nadie de los nuestros juegue a la petanca bajo la caricia tibia del sol de primavera. Somos más bien abrazados por la frialdad marmórea de la dama de la guadaña que, al parecer, le gustan jóvenes.

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